lunes, 27 de abril de 2009

Discos eternos (2): Chavela Vargas en el Carnegie Hall




"Chavela no canta, Chavela se transforma en una canción"

Rasgada, arrastrada con litros de tequila a sus espaldas, Chavela es arte.
De puño y letra, Sabina y unos cuantos la adoran entre melodías, oléos y sombras.

Ni la khaló le supera a pesar de la ardiente mejicanía que trae su origen.
En este álbum, se le oye respirar, transpirar, prodigar rabia y sentimiento. Algo, que aunque parezca mentira suele faltar en la música de directo, a la comunión inmediata entre artista y público. El escenario, inigualable, donde grandes como Billie Holiday dejaron posos de las noches más mágicas de Nueva York.

Da cabida a las bromas y al buen humor macorino, a saltarse las normas entre gringos y hablar con orgullo el español. A poder decir con toda su lindeza "i lo yu", a dejarnos entrar en el sufrimiento lírico que emana de sus poros.

A veces las cosas simples son aquellas que con un llanto consiguen entusiasmarnos, ponernos en pie y recordar todo lo que una persona puede llegar a experimentar: Este disco es eterno por que muestra el camino de toda una vida, de cualquiera de la que nosotros reocorrreremos, esperando que en ella haya más alegrías que penas, pero sobre todo lo que es ella, la sensación de estar vivo.