Estos días me he puesto con una nueva canción. Lleva nombre con mayúsculas, el de mi querida amiga María. La letra no es otra que la de las ganas que nos ha dejado al resto de amigos y familiares por vivir. La fuerza, la motivación y sobre todo la sonrisa para afrontar cada minuto.
Quizás cobarde, quizás por no saber que había al otro lado, desde su muerte no había ido a ver su padres, bellísimas personas de las que sabía por otros amigos y familiares. Siempre con los amigos en común la recordamos, brindamos y nos emocionamos con cada cosa que tiene que ver con ella. Pero estos días que por fin me asiento medianamente en mi tierra (más de 48 horas seguidas, todo un récord), no tengo excusa, quiero y necesito ver a sus padres. Tengo unas ganas incomensurables de verles y hablar sobre nuestra niña. Ya en el camino a casa, con bombones en mano, comienzo a emocionarme, llegando con los ojos llorosos. ¡La de horas que pasé en esa casa!
María no se ha ido, llevamos un pedacito de ella cada uno de nosotros, y la que más, Marisa, viva imagen de ella. Me abre la puerta y me abalanzo a abrazarla. Se parece tanto y se expresa de forma tan similar a María que me entran ganas de no parar de darle abrazos y soñar con que ha vuelto. Me coge de la mano, y me echo en cara no haber ido antes, no haberme dado cuenta que compartir anécdotas con ellos es la mejor de las medicinas. Sentimos que María está más viva que nunca.
Hablamos de María, de sus dotes artísticas (yo siempre dije que era una actriz como la copa de un pino) de cuando tocaba el piano, de los viajes juntos, de sus agobios, su casa en Madrid, nuestros amigos y sobre todo de lo que significaba tenerla cerca: puro optimismo.
Nos emocionamos, nos miramos a los ojos y nos alegramos de que los que nos hemos quedado estemos bien. Valoramos más que nunca cada detalle de la vida. Si bien creo que este 2009 para mí ha sido un año excelente, creo que el poder haber recordado a María con sus padres me ha hecho arrancarme la mayor de las sonrisas. Cada minuto más grande y así cerrar un año con ella, cogido de la mano.
Luego queremos preocupamos por cosas tan nimias, absurdas y sin valor cuando todo excepto la muerte es remediable en la vida. Y cuando pasa aprendes la lección de tu vida, y tomas a tu gran amiga como la mejor motivación para emprender cada proyecto en la vida. Y aprendes a ser más feliz y tomar como excusa la vida para dedicársela a ella.
Y sí, sigue aquí, con más fuerza que nunca, cantando con dos copas de vino "La canción de las noches perdidas", ahora transformadas en encuentro.
Y me alegro, he llegado a casa, sorprendido por el espejo del ascensor, con la misma sonrisa con la que nos recibía María, de oreja a oreja.
Dando la razón al tiempo
dentro de lo que fue un tiempo de sin razón
Seguimos encontrándonos
en cada estribillo, en cada canción,
cuidando el uno de otro con la misma sensación.
miércoles, 23 de diciembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Es precioso... me he emocionado.
Seguro que la canción es impresionante y esta llena de vida y de sonrisas!
Publicar un comentario